y claro, como sempre que muere un rey, hay que poner uno nuevo. él proponía que los nuevos y futuros arquitectos seremos "ideadores de hipótesis que otros materializarán". ¿acaso no éramos ya eso? aplaudo los textos de fullaondo. de hecho para mí, las intenciones cuentan y muchísimo. pero creo que hay que ir más lejos. creo que, al menos, habrá que tomarle el pulso al mundo antes de decidirnos entre trasplantarle el hígado o el riñón. y el mundo, a día de hoy, late en 2.0.
antes de nada, quisiera fijar unos pocos conceptos. como siempre que surge algo nuevo, los seres humanos tendemos a crear modas en torno a ello. y lo 2.0 no se está escapando. pero detrás de todas esas vanidades pasajeras se encuentra algo muy potente: la actitud 2.0, que muy bien define amalio a. rey en una serie de artículos sobre innovación 2.0 en emotools.
aunque la punta de lanza de este nuevo giro de la sociedad haya sido la web 2.0, no es el núcleo. la actitud 2.0 empezó a forjarse mucho antes de que (un decir) se fundara la wikipedia -paradigma a mi parecer de este nuevo mundo-. había ya actitud 2.0 en los comienzos del proyecto gnu, en las primeras líneas de código del kernel de linux, en las primeras dilucidaciones de tim berners lee, padre de la web, o en el manifiesto cluetrain, escrito en 1999 por levine, locke, searls y weinberger, que resume esta forma de pensar.
pero sí es cierto que la web es el líquido amniótico en el que se sustenta todo lo que dé el paso de evolucionar hacia lo 2.0. gracias a ella, ahora la sociedad no es un archipiélago de islas fácil de controlar mediante lazos unidireccionales. gracias a ella, las grandes pirámides del poder se están deconstruyendo, poco a poco, eso sí, para dar paso a una sociedad red más hábil para la autoorganización. de la catedral, al bazar. de lo global a lo glocal (o hiperlocal). por tanto, al hablar de una nueva arquitectura, no debemos pensar en un nuevo sistema, sino en una nueva actitud.
en cuanto a "qué nombre le ponemos al niño", de momento, aunque esté abierto el debate, la seguiremos llamando arquitectura 2.0. es cierto que se corre el riesgo de que, a causa de este nombre, venga y se vaya como una moda, o que pongamos el carro a tirar de los bueyes y cuando se materialice la ya anunciada web 3.0, la web semántica, automáticamente queramos volver a inventar otra arquitectura 3.0. pero por ahora seguiremos utilizando el apellido 2.0 no como referencia a la web 2.0, sino como referencia a la actitud 2.0.
a cuento de esto, matizaré un párrafo del post de jorge toledo propuestas para una arquitectura 2.0, que motivó el que ahora yo esté escribiendo éste:
si pensamos que la arquitectura 2.0 será una receta de cocina, un protocolo de actuación predefinido, entonces el párrafo es válido al 100%. pero, ¿y si pensamos (y creo que deberíamos pensarlo) que su proceso de formulación sea ya en sí mismo un proceso 2.0? es decir, que no predefinamos de antemano qué es y qué no es la arquitectura 2.0, sino que dejemos que cada cual, en base a su actitud, vaya inventando cosas sobre la marcha, las cuales, unas irán teniendo más éxito que otras, y todos nos iremos retroalimentando de lo que van haciendo los demás. entonces, esa "amalgama de muchos acercamientos y actitudes diferentes", será 2.0 en sí misma.
lo que quiero decir con esto, es que si esa actitud 2.0 se va extendiendo, como parece ser que está ocurriendo (haré una excepción y seré optimista) a paso muy firme, si empezamos a aplicar en nuestro trabajo los mismos comportamientos que tenemos al cuando abrimos el firefox, la arquitectura 2.0 caerá por su propio peso.
luego, no hay cosas que debería o no debería ser la arquitectura 2.0, sino cosas que cabría o no cabría esperar de ella.
no podemos esperar, por un lado, que sea una herramienta antisistema, ni que sea un modelo de implantación. no deberíamos esperar que fuera una revolución, sino una evolución. y esta evolución debe empezar por cada uno de nosotros: primero la actitud y luego el hacer. de igual modo que si creemos que sería mejor para el planeta que todos nos moviéramos en bicicleta, en lugar de intentar llevar propuestas de ley al parlamento lo que hacemos es empezar a movernos en bicicleta.
casi con total seguridad se esperaría que fuera horizontal y colectiva. esto tendría muchas y muy variadas consecuencias:
en primer lugar, implicaría una revisión (o incluso desaparición) de la figura del promotor como barrera entre el usuario y el proceso (no que desaparezca el promotor, sino que deje de ser una barrera).
los equipos profesionales se bajarían del pedestal y se colocarían al mismo nivel que los usuarios. es cierto que llevamos mucho tiempo intentándolo, pero, no sé, nunca lo hemos conseguido. tal vez se esté a gusto en las alturas...
se propiciaría por tanto la participación activa de usuarios, asociaciones, y población afectada y/o beneficiaria en general. el equipo profesional sería menos creador y más materializador de los deseos de la gente.
podría ser independiente de la plataforma (de aquí en adelante utilizaré algunos paralelismos con el mundo de la informática), o sea, del sistema. es decir, y en consecuencia de todo lo dicho hasta ahora, podría no depender de las imposiciones legales, ni esperar nuevas imposiciones legales que le dieran forma, ni funcionar en base a conceptos de consumo y mercado. del mismo modo que lo que hoy ya se conoce como hackitectura busca las fallas en la legislación para producir situaciones arquitectónicas que en condiciones normales no estarían permitidas, y del mismo modo que ciertos colectivos, como los centros sociales ocupados, funcionan mediante métodos de autogestión, sin burocracias, ni relaciones (hasta un cierto punto) con las burocracias preestablecidas.
se podría esperar que fuera user friendly. es decir, que posibilitara sistemas para que los usuarios finales pudieran, a priori, participar de forma activa en los procesos arquitectónicos, y, a posteriori, configurar sus espacios en base a sus necesidades e idiosincrasia.
como bien dijo jorge, podría ocurrir que una obra nunca estuviera acabada, sino en un estado aceptable de desarrollo apto para el uso, pero que siempre es mejorable. dicho en otras palabras, en un perpetuo beta. los equipos profesionales harían las partes de la obra que afectan a la seguridad estructural, a la habitabilidiad, la salubridad, la funcionalidad..., y el resto quedaría en manos de los usuarios, que se convertirían así en sus propios arquitectos, sin un camino prefijado, sino en función de las necesidades de cada momento.
heredaría así la arquitectura 2.0, los modelos y filosofías del do it yourself y el prosumo (producción y consumo recaen en la misma figura). modelos mucho más económicos y ecológicos que el sistema de consumo actual.
ese perpetuo beta no se aplicaría sólo a la obra, sino también al global de la arquitectura y a la actitud del arquitecto 2.0. dejaría de ser un oficinista que espera encargos para convertirse en un investigador activo que no para de producir ideas y compartirlas.
entraría aquí la meritocracia que ya han formulado otros y que funciona plenamente en el mundo de la web 2.0. dejaría de ser el arquitecto más importante aquél que ha hecho la torre más alta o el que más veces ha publicado en el croquis, y pasaría a ser el que más beneficios (y no hablo precisamente de beneficios materiales) aporta a la comunidad.
podría ocurrir que se produjeran y facilitaran procesos de outsourcing y crowdsourcing, de forma que, por la ley de linus, se alcanzarían unos niveles bastante elevados de calidad y eficiencia.
cabría esperar, y es muy probable que así ocurriera, que fuera interdisciplinar. aquí es donde tiene total validez la tesis de fullaondo. en un mundo que evoluciona a velocidades vertiginosas, es anacrónica e insostenible la visión generalista del arquitecto, el arquitecto-hombre-del-renacimiento como ha sido hasta ahora.
me gustaría, aunque me vaya por un momento del tema, hacer un inciso en cuanto a esto. ahora, precisamente ahora, es el momento de dejar de ser el hombre orquesta y formar una charanga con los ingenieros... y con los sociólogos, los artistas, los economistas, los ecólogos, etc. todos saldremos ganando. es absurda la guerra por las atribuciones que está teniendo lugar en el contexto de bolonia. el problema es, primero, la mercantilización de la universidad que persigue bolonia en sí misma, y segundo, la degradación de la calidad educativa derivada de la penosa aplicación que está teniendo en españa. no es un problema de atribuciones. a mi parecer, esta visión ha sido generada de forma intencionada por los sectores más conservadores de la profesión, con miedo al cambio, y por desgracia, ha recalado y muy profundamente en el colectivo más manipulable: los estudiantes.
la arquitectura 2.0 también cabria esperar que fuera de código abierto. se compartirían, no ya los proyectos en su global (entre otras cosas, porque como dice jorge toledo los proyectos probablemente dejarían de existir, al menos como documento acabado e inamovible), sino las soluciones particulares espaciales, constructivas, materiales, etc. esta compartición se protegería mediante licencias copyleft (p.ej. creative commons), de forma que podríamos copiarnos los unos a los otros, y así enriquecernos mutuamente -o conectar una pasarela al puente de otro sin miedo a que nos denuncie-.
es posible que para esto hubiera que revisar estas licencias, o incluso crear algunas específicas para la arquitectura.
podría ser (muy probablemente) glocal (o hiperlocal). utilizaría sistemas globales para producir soluciones locales, en una suerte de reinvención de la arquitectura vernácula, que atendería a una sociedad única pero heterogénea (y no única y homogénea como lo hace la globalización), que consideraría, por supuesto, las condiciones particulares del nodo social y el lugar físico.
como excepción, y para acabar este post (pero no el diálogo, por supuesto), hay una cosa que sí que debe de ser: ecológica y socialmente sostenible. pero, vaya, esto es algo aplicable no sólo a esta arquitectura, sino a todas.
y dicho esto, sólo me queda hacer una llamada al eco. la web 2.0 es ya una realidad. hay muchos ejemplos de que la arquitectura 2.0 también empieza a serlo. la sociedad 2.0 es toda una promesa. así que, si hay un momento para imaginar cómo podría ser el futuro, es ahora.